La olla ferroviaria (como se la denomina en Cantabria y de donde procede) o putxera (como se la denomina en el País Vasco) nació a principios del siglo XX en esos trenes hulleros que hacían el trayecto desde la zona minera de La Robla hasta los altos hornos de Vizcaya. Los maquinistas y el resto de operación de aquellos viejos trenes tirados por una locomotora de vapor idearon un singularísimo utensilio con el que aprovechando el mismo carbón con el que alimentaba el tren, cocinaban guisos que se mantenían calientes durante aquellos largos viajes por la frías tierras del norte. Gracias a cofradías como la de la Balmesade (Vizcaya) no ha dejado de modernizarse manteniendo su esencia tradicional y de popularizarse por toda España. Hoy en día hasta afamados cocineros de vanguardia alaban las virtudes de esta tradicional manera de entender la gastronomía que no es otra que las cociones lentas y la cada vez más apreciada cocina de cuchara.
