Con ayuda de su padre, Adri consigue robar las joyas y entregárselas a Joni sin que nadie en Bulevar sospeche que ellos son los culpables. Padre e hija por fin son libres de las amenazas y los chantajes de los Perlines pero no del sentimiento de culpa. Tras el robo, Diego, encargado de la seguridad del evento, se siente fatal por el fracaso. Al margen del plan de Adri, Diego ni siquiera puede imaginarse que su novia es la responsable del robo, y Adri sufre por él y por tener que mentirle.