Fulya no puede estar más feliz. Todo está listo para su pedida de mano y solo espera que el padre de Alper no la estropee. Pese a sus esfuerzos, Sude no consigue el perdón de Firat al que sigue sin renunciar. El señor Cemil sigue presentando síntomas extraños y Dila empieza a sospechar que algo está pasando.