Firat, desconcertado e impotente, descubre por boca de su abogado que Ebru está detenida. Él sabe bien lo que sucedió el día del ataque, pero desde prisión poco puede hacer. Mientras, las hijas de Ebru no quieren seguir viviendo en la casa de los Samverdi. Kendal envía a Kasim al hospital para asegurarse de que el herido no hable, pero la vigilancia es férrea.