Santi y Rubén se enteran de lo sucedido a Mateo, al que van a operar a vida o muerte. Santi no parece muy entusiasmado ante la idea de irse a Nueva York: reconoce estar enamorado de Rubén pero cree que es demasiado tarde para decírselo. Mientras Rubén promete no interferir en la decisión de la inminente marcha de Santi.