Miranda y David han amanecido en la misma cama, sin que ninguno de los dos recuerde exactamente qué es lo que ha sucedido. David está encantado mientras que Miranda prefiere olvidar lo sucedido. La convivencia entre Iñigo y Elena se deteriora por momentos ante una omnipresente María, que se ha empeñado en ejercer de madre de la pareja y continúa retrasando su marcha a casa de su abuela.