Tras esto, Jesús hablaba con Julia, la que le contaba cómo terminó en la Sierra de Madrid: “Vivíamos en un pueblo de Toledo, mi exmarido dijo que se iba de casa, mi padre ya vivía con nosotros, y no volvió. Decidimos entre los dos que viniera a vivir con nosotros, pero luego no le hizo mucha gracia que estuviera allí y dijo que estaba muy agobiado, que había mucha gente en casa”.