Cuando Gerard se mudó con su mujer Leika y su hijo Adonay a su casa de 305 m2 comprendió de forma inmediata que había cometido un error. Es un hombre muy corpulento, y las estancias de su hogar no son lo suficientemente grandes para él. Ahora la familia no sabe qué hacer. ¿Vender el inmueble? ¿Reformarlo?