Después de lo ocurrido, Anita decidía tener un detalle con su expareja. En su playa, utilizaba las ramas de una palmera para hacer un corazón. Y a este corazón sumaba uno más hecho con la cáscara de un coco. Una vez terminado, se dirigía a la valla para entregárselo: "Madre mía, qué tonta eres", reaccionaba Montoya mientras se abrazaban. "Esto lo hago porque quiero", le respondía ella.