Anita rompía a llorar y aseguraba estar superada por las cámaras y por "no poder tener una conversación a solas con Montoya". La noche avanzaba, con una Anita fuera de sí y a lágrima viva: "Deja de pensar que tengo hambre", le decía con la voz entrecortada a Montoya, que intentaba calmarla y le pedía que no le hablase mal, porque "pierde la razón".