“Que a mí me critiquen, o me llamen tonta o me llamen tal, es que me da igual, pero que se lo digan a tus hijos, te duele…”, decía Anna. “Cuando había Twitter, me puse Twitter. Dos días lo tuve, pero dije, ¿qué es esto? Me empecé a encender, a encender, digo, ¿qué están hablando? Dices, esto no puede ser”, reflexionaba el padre.