Claudia no necesitaba impresionar a Andra, su cita, con su baile y su elasticidad, porque son almas gemelas. En cambio Sandra, tonificada y liberal, admite que nunca se ha enamorado, y los formidables músculos de Manu tampoco le impresionan. Verónica, por su parte, queda prendada de las múltiples virtudes del parisino Mathieu.