Cerca de la medianoche, el 14 de noviembre de 1945, un tremendo estruendo rompió la calma de la Sierra de Filabres, en Almería. Un tren correo que avanzaba hacia Fuente Santa, en una amplia curva situada a dos kilómetros de Gérgal, colisionaba con otro convoy de frente y José Medina, el fogonero de la locomotora, solo acertaba a advertir: "¡Que nos matamos!".